EL TRAJE DEL NOVIO
El novio vestía traje de pana lisa, de dos piezas, de color negro. La camisa era de lienzo blanco, de manga larga, con gemelos que le había regalado la novia. Llevaba corbata de colores, también regalo de la novia que compraba la más bonita que había, sin reparar en el precio. Calzaba zapatos de piel negra hechos a medida para la ocasión en Piedrahíta, también en casa del tío Periquito, con el que trabajaba su hijo Eduardo, que era quien tomaba siempre la medida cuando el novio iba personalmente a efectuar el encargo. Si por razones de trabajo el novio no podía ir, se tomaba la medida con un palo que se introducía en algún viejo zapato del novio, calculándose así la longitud del nuevo. No se dice nada del ancho del pie, que debía de hacerse a ojo de buen cubero, y que no siempre sería el adecuado.
Imaginaos lo que debería sufrir el pobre novio, habituado a la soltura de las abarcas o de las zapatillas de lona, con sus pies embutidos en un zapato nuevo, no sabemos si de ancho correcto, todo el día en pie y bailando siempre que alguien se lo pidiera. Dice mi madre que algunos terminaban el día con los pies en carne viva.
El sombrero, prenda muy usada en aquellos tiempos, era imprescindible el día de la boda. El del novio estaba hecho de paño negro forrado por dentro con fieltro blanco. Luego lo cambiaría por uno de paja para las labores del campo o por la clásica boina para los días grises del invierno. El sombrero se consideraba prenda de vestir, por lo que cuando iban a El Barco, a Extremadura o a misa, siempre llevaban sombrero, muchas veces el mismo de la boda, ya que era el único que tenían.
En cuanto a la ropa interior, sabemos que llevaban calzoncillos de lienzo blanco, abiertos por delante y que llegaban hasta debajo de las rodillas donde se ataban con cintas. Esta prenda solía confeccionarla la novia.
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