CAFEDETIZÓN: HORCAJO DE LA RIBERA. UN PATRIMONIO ADMIRABLE.

LA CAMA DE LA VIRGEN

La Cama de la Virgen, forma, seguramente, el conjunto más conocido de las piedras del Castrejón. El colchón y la almohada están claramente separados y limpios de musgos y líquenes. La tradición afirma que en este lugar se apareció La Virgen y ese es el motivo de la existencia de la ermita en el collado del puertecillo. Otros dicen que este enclave fue un lugar de culto e incluso de residencia de los pueblos vettones, adoradores del sol, que habrían habitado la zona en tiempos precristianos. Verdad o mentira, lo cierto es que La Cama de la Virgen es un mirador privilegiado del valle alto del Tormes: al este los pinares verdes de Navarredonda y Hoyos del Espino; al sur siempre el río y el circo de Gredos; al poniente, los confines de La Meseta y la sierra de Béjar y al norte el bello perfil del Frontón sobre los tupidos piornos y la silueta de los robles de lo Llano de la Sierra. Abajo, como si fuera de juguete, el pueblo.

CAPRICHOS DEL TIEMPO

El tiempo, muñidor implacable de formas, ha ido creando en las piedras milenarias perfiles caprichosos que la vista y la imaginación traducen en objetos cercanos al viandante que observa. En la cuerda del Castrejón que baja desde la Cama de la Virgen hasta la Mesa, la Naturaleza ha sido extraordinariamente generosa. Peñascos enormes, moles de granito, piedras duras, eternas y firmes han sido moldeadas como si estuvieran formadas de una suave masa harinosa. El agua, el viento, el hielo y el sol han ido labrando en su superficie formas de animales y objetos que la mente del caminante identifica enseguida con esencias cotidianas de su vida rutinaria.

LA REJA

Esta reja, tal como la veis, apenas serviría para arar porque está muy gastada. Necesitaria pasar por la fragua del tío Félix, en La Lastra, para que le echara un remiendo, es decir, para que la calzara. Calzar la reja, esencialmente, consiste en añadirle en la punta un trozo de hierro hábilmente moldeado por la mano maestra del herrero, de manera que la reja gane en superficie manteniendo la forma. Aún recuerdo cómo el tío Félix calentaba la pieza de hierro y la reja en la fragua mientras yo tiraba del fuelle y luego cómo él, con el martillo de herrar, marcaba el punto donde algún ayudante circunstancial debía golpear fuertemente con el macho al rtitmo de la voz del herrero: "macha, pum, macha, pum...", adquiriendo los golpes un ritmo mágico que aún me retrotrae a una infancia feliz.

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jueves, 6 de diciembre de 2018

HORCAJO DE LA RIBERA. UN PATRIMONIO ADMIRABLE.

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JULIÁN SÁNCHEZ

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