Ahora
que se habla tanto de las nuevas tecnologías, me permito presentaros el primer
acercamiento que tuvimos en el pueblo a tan magnos adelantos. Fue allá por los
sesenta. Hasta entonces siempre habíamos separado el grano de la paja, una vez
trillada la mies -como manda El Evangelio-, con la ayuda del viento. Ya se
sabía: si hacía aire, se lanzaban horconadas de mies hacia arriba para que el
viento hiciera volar la paja unos metros mientras el grano caía por su propio
peso a los pies del limpiador. El problema era que el aire, siempre caprichoso,
podía aparecer a cualquier hora, incluso por la noche o de madrugada, lo que
obligaba muchas veces a los sufridos campesinos a dormir en la era. Incluso,
podía no aparecer en varias jornadas, con lo que la parva se eternizaba,
expuesta a cualquier inclemencia porque ya se sabe que La Naturaleza o quiénquiera que mande allí arriba no suele tener en cuenta las necesidades de los
hombres del campo e, incluso, algunas veces parece manifestarles una hostilidad
fiera.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijfXMi20Qu-B5B9Xhm07lRcg_S5ObxZXWPHu3lrMwu5KXjBPU-eYWMkLhO4m5ZJV6IgAd68rvER1WlrT7cOBhYHC12oT9Z7OgpfgUNhWuby4o65mSCdxlQrR1RdOIPzIAYcfz61yzfDCs/s320/20150920_102659.jpg)
La
máquina llegó al pueblo en un camioncillo, pasó unos días en el corral del
abuelo y desde allí, tirada por una pareja de burros, fue llevada a la era ante
la expectación general y encerrada en una caseta fabricada al efecto y de
donde sólo salía para limpiar.
Trabajar
con ella era todo un adelanto, porque las parvas se trillaban y limpiaban inmediatamente después, por lo que no era raro escuchar a los vecinos o a los transeúntes: ¿Ya habéis
recogido el centeno? Claro, vosotros como tenéis máquina. Y aunque notábamos
algún retintín, también observábamos cierta admiración.
Luego
llegaron otras al pueblo, pero ya no fue lo mismo.
RHM
Nov2015